Un cojo y un ciego llegaron hasta la orilla de un río que
forzosamente debían cruzar, pero no encontraron un puente. Entonces, el cojo
dijo a su compañero:
-Podríamos pasar, porque el río en esta parte no es muy
profundo; pero a decir verdad, mis piernas no me lo permiten.
-Pues yo tengo buenas piernas- dijo el ciego- pero como no
veo, puedo resbalar y ahogarme. ¿Qué podemos hacer?
El cojo tuvo una buena idea.
-Con tus piernas y mis ojos, ayudándonos mutuamente,
pasaremos sin dificultad a la otra orilla.
En efecto: subió el cojo sobre los hombros al ciego, y así,
guiando sus pasos y poquito a poco, cruzaron el río, y continuaron muy felices
su camino.
Aprende a colaborar
y verás que bien te
va.
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