Rumbo a la ciudad, caminaban dos burros; una cargado de sal; y el otro con esponjas. Al llegar a un río que les cortaba el paso, se detuvieron pensativos sin saber como superarían el salvar la corriente.
Al fin, el burro cargado de sal se decidió y entró en el agua, advirtiendo con mucha alegría que disminuía el peso de su carga, por lo que alcanzo pronto la orilla.
El otro, a la vista de la buena suerte de su compañero, se lanzó también al agua; pero las esponjas se llenaron y le fue imposible llegar al otro lado. Aplastado por el peso murió ahogado.
Antes de actuar
tienes que pensar.
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