Un astuto gato, deseoso de
comerse a un simpático ratoncillo, se acercó a la ratonera y le dijo con su voz
más dulce y persuasiva:
-¡Ven pequeñín! Te daré estas
nueces y este queso tan rico.
-¿Voy mamá?- preguntó el
ratoncillo a su madre.
-¡Ni se te ocurra, hijo mío! El
gato te comería.
Pero sin que la madre pudiera
evitarlo, el pequeño ratón salió corriendo de su agujero. Al instante se oyeron
sus gritos:
-¡Socorro mamá, socorro! ¡Qué me
come el gato!
Nada pudo hacer la madre para
salvar la vida del ratoncillo, que murió devorado por el gato.
Obedece a tu padre y
a tu madre
porque ellos nunca te
engañarán.
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